Desde Guadix bajamos en dirección de la Calahorra donde un imponente castillo domina todo el valle y Jerez del Marquesado. Ya empezamos a ver la cara norte de Sierra Nevada.

La A-92 nos lleva hasta el desvío para subir al puerto de Velefique por la A-1178 y luego por la AL-4406 nos adentramos en la Sierra de los Filabres.

El puerto de Velefique es uno de los lugares moteros por excelencia de la zona y de España: carreteras solitarias, vistas impresionantes, una secuencia de curvas a 180 grados...¡Alucinante!

Siguiente parada y más curvas: Bacares es un lugar prestigioso por su riqueza minera. La bajada hasta este pueblo me deja impresionado por su paisaje, merece la pena detenerse un momento para contemplar la vista del pueblo desde arriba. 

El castillo es originario de la época de los árabes quien dominaron la zona hasta la conquista de los Reyes Católicos. Empezó entonces una difícil convivencia entre Cristianos y Musulmanes que tuvo su culmen en la Rebelión de las Alpujarras, Bacares fue uno de los pueblos más afectados.

Desde Bacares llegamos a Calar Alto, el monte más alto de la Sierra de los Filabres situado a 2.100 metros de altura además el monte alberga un observatorio astronómico hispano-alemán. 

Terminado el recorrido por la Sierra de Los Filabres volvemos a la A-92 esta vez adentrándonos en la Sierra Nevada y recorriendo otra carretera preciosa: la AL-3404, el tramo desde Abla hasta Ohanes es espectacular y, más adelante, después de Ohanes aún más espectacular es la serie de 8 km de curvas encadenadas que nos espera.    

Nos dirigimos hacia la montaña por la única carretera que se abre paso en el macizo de Sierra Nevada. Recomiendo alguna que otra parada para conocer la singularidad de algunos pueblos como Medina de Alahar, Valor o Bérchules.

Sierra Nevada y de Los Filabres 

Por la Sierras de España

Mr.Barby

#RutaVíaPlataEnMoto

Hace poco alguien me dijo que la moto no es un medio de transporte para ir de un punto A hasta un punto B, sino más bien una filosofía de vida.

En verdad es una forma de ver el mundo que me pertenece desde hace mucho tiempo, cuando, al ser poco más que una niña, ya soñaba con las palabras de Kavafis: — Si vas a emprender tu viaje hacia Itaca/pide que el camino sea largo/lleno de aventuras, lleno de experiencias/No temas a los Lestrigones ni a los cíclopes/ni al colérico Poseidón/no hallarás tales seres en tu ruta/si alto es tu pensamiento si limpia es la emoción de tu espíritu y tu cuerpo…

Cada motero esconde dentro de sí un pequeño explorador, que a las prisas de llegar prefiere el afán por lo desconocido, la búsqueda de la hermosura inesperada y aprisionada en los rincones más impensados, el fascino del ignoto, como los antiguos marineros que se embarcaban a tentar la suerte hacia nuevas tierras lejanas y misteriosas.

Y precisamente desde la patria de muchos de ellos, Extremadura, empezamos nuestra ruta en un precioso fin de semana de abril. Ya que nuestro punto de partida era la bella Plasencia, dejamos a un lado bollos y croissant para comenzar la mañana con la verdadera estrella de la zona, un buen platazo de jamón acompañado de tostadas con aceite. Un rápido paseo por el casco histórico de la ciudad es suficiente para entender porque la llaman la Perla del valle del Jerte. Obviamente no podíamos perdernos la catedral o, mejor dicho, las catedrales ya que la nueva se construyó utilizando gran parte de la anterior y fundiéndose con ella, dando lugar a una obra arquitectónica imponente e impresionante. Además, en nuestro paseo mañanero, tuvimos la suerte de coincidir con la banda de música de la ciudad de Plasencia, que junto a un café bien fuerte nos ayudó a despertarnos del todo y cargarnos de energías para nuestro recorrido.

Subimos sobre nuestro corcel moderno de 115 caballos y nos lanzamos en la EX-203 en dirección Tejeda de Tiétar hasta Cuacos de Yuste.
En este municipio español que pertenece a la provincia de Cáceres y cuenta con poco más de 800 habitantes, “el Cesar”, que lo que se dice un tonto de capirote no era, decidió tomarse su merecido descanso después de haber reinado sobre más de media Europa y parte de América, ya que al fin y al cabo también esto de ser rey a lo largo cansa y todo el mundo tiene derecho a su jubilación, más aún en un sitio tan encantador.

Nos tomamos el tiempo para visitar el famoso Monasterio de Yuste y a primera vista nos quedó claro que si existiera un sitio perfecto para despedirse del mundo en paz, sería este impactante edificio del siglo XVI, que se ha convertido en un símbolo no solo de Extremadura sino de toda Europa, tanto de declararse en 2007 Patrimonio europeo.

Dejado atrás el monasterio y la carretera de la Vera, dadas las fechas (y los románticos que somos), nos dirigimos con Extremoduro en la cabeza, a “a robar cerezas, de las del valle de enfrente” que de borde tiene bien poco y es uno de los sitios más encantadores que haya visto jamás.
El goce empieza en la misma carretera, la EX- 391 que de Cuacos de Yuste llega a Valdastillas, convirtiéndose a la altura del espectacular paraje natural de Garganta de la Olla en la CC-174 que llega hasta el Piornal (el pueblo más alto de Extremadura con sus 1200 metros de altura y unas vistas impresionantes).
Casi 40 orgásmicos kilómetros de curvas estrechas, con las rodillas rozando el asfalto (aunque haya que tener cuidado en algunos puntos ya que no siempre las condiciones son óptimas), sin cruzar casi un coche, excepción hecha por alguna aislada furgoneta agrícola que nos recuerdan los tiempos lentos de los campos que nos rodean. 
Todo alrededor es naturaleza pura, arroyos, gargantas, riachuelos aparecen en cada rincón del camino saciando la sed de las viejas encinas y los alcornocales que cubren como una manta toda la dehesa.

Desde Valdastillas cogimos la N-110 en dirección Tornavacas. Los sentidos despertados por los perfumes embriagadores de la vegetación y la belleza que quita el aliento de toda la comarca alcanza su clímax en esta explosión de color que es este tramo de ruta donde no sabréis a donde mirar ya que a ambos lados de la carretera los cerezos en flor os rodearan por todas partes, siendo la prueba que no hace falta irse hasta Japón para ser testigo de una obra de la naturaleza sin iguales. 
Es más, con un poco más de marketing, que admitámoslo no es lo que mejor se nos da en España, podríamos tener nuestro propio hanami español con hordas de turistas fotografiando por todos lados (esperemos que no pase pronto porque ya así había bastantes). Es el corazón de tinieblas del arrebatador Valle del Jerte.

Como nuevos Kurtz contemporáneos seguimos el trazado del rio, hasta su nacimiento en el Puerto de Tornavacas, subiendo otra vez a más de 1200 metros de altura. Desde allí todo aparece inmenso y grandioso y entre la sierra de Gredos, Béjar y Candelario, un poco más allá de donde se separan las aguas de la Cuenca del Duero y del larguísimo Tajo, ya pudimos ver nuestra próxima etapa, el pequeño y encantador pueblo de Hervás, adormecido en Valle del Ambroz.
 
Y así me encuentro otra vez en un nuevo comienzo, por las mismas calles estrechas de la judería, las mismas casitas blancas que parecen de cuento, los mismos arboles hechos de solas ramas que parecen abrazarse entre ellos, para consolarse de su escualidez. ¿Cómo se llamarán?
Al Museo de la moto, que hace unos años (aunque parezcan días) pasamos de largo, esta vez entramos, porque, tú y yo, somos moteros y quizás más parecidos.
Cada año que pasa me convenzo más que aquel que dijo que hace falta que todo cambie para que todo siga igual tenía mucha razón. Somos distintos cada segundo que pasa, aunque el espejo todas las mañanas nos refleje la misma cara.

Luego es la carretera, la N-630, pasamos de autopista, que como todos saben las prisas no son buenas, ya a la primera curva la voz dura de Iniesta, otra vez, empieza a hacerse más fuerte hasta cubrir mis pensamientos: “atravieso otra montaña, y tu recuerdo me acompaña; ¡sí!, y voy cada vez más lejos. Doy la vuelta cualquier día, para darte compañía; ¡sí!, y cada vez más dentro”.

Pasamos bosques, lagos, pantanos, a los lados del camino las vacas nos miran placidas. Algunas están tumbadas en la hierba, otras amamantan terneritos de ojos enormes. Parece estar en el medio de un cuadro. A la altura de Jarilla el viento ha despejado el cielo y mi cabeza. Los murmullos se han callado, todo es paz y sosiego. Solo existe el ruido del motor, el cambio suave de las marchas, el zumbido como un mantra zen.
 Es lo que me más me encanta de la moto, mejor que cada técnica de relajación, resta todo lo superfluo, todo lo que no suma y te deja a solas contigo mismo. Me imagino que sea algo parecido a sumergirse en los fúndales oceánicos, o elevarse en vuelo por las alturas, en búsqueda de este silencio que tanto nos hace falta. Es soledad de la buena y sobre todo una libertad sin igual.

Me imagino a los romanos marcando este recorrido por la virgen tierra de Hispania por primera vez, hace dos milenios. A lo lejos todavía perduran sus rastros en los vestigios del Arco de Caparra, estaría al alcance con tan solo una pequeña deviación, pero lo dejamos para otra aventura.
 
Plasencia ya aparece al horizonte. Sabemos bien que queda mucho camino por delante, “que siempre hay algo más, un poco más y la cosa nunca se termina” pero ¿qué más da? “La carretera es la vida”. Y ya estamos listos para otro viaje.

Rodando por el Valle del Jerte en flor

Vía de la Plata

Kerol

Asturias, el paraíso natural.

Es la frase que mejor define esta fantástica región donde las riquezas naturales no tienen fin, donde podemos disfrutar de montaña y de mar a la vez, donde la vegetación crece indomable, donde los animales corren y vuelan libres y donde las carreteras son auténticos sueños para todos los moteros que tienen la suerte de rodar por estas tierras.

En esta breve ruta hemos descubierto pequeñas aldeas cruzando caminos semi desiertos y pasando por bosques salvajes sin tocar autovía (sólo a la vuelta tuvimos que pasar por ella).  Aunque el tiempo no nos ha acompañado mucho también tiene su encanto pasear bajo la lluvia y la niebla entre los pueblos de la costa. 

La subida desde Gijón hacía Cabo de Peña es preciosa, Luanco y Candás son pueblos de pescadores únicos, desde sus puertos tenemos unas vistas preciosas al Oceano Atlántico. 
Luanco nos ha gustado mucho, es una autentica villa marinera como podemos ver paseando por su casco histórico y  tanto la Torre del Reloj como la Iglesia de Santa María con su jardín y soportales son un ejemplo muy bonito de la arquitectura del siglo XVIII.

Seguimos subiendo hacía Cabo Peñas, el cabo más septentrional de Asturias, al que llegamos por una estrecha carretera bastante traficada de coches que van y vuelven del faro. También vimos muchos haciendo senderismo ya que hay muchos caminos que llevan hasta el faro.
Desde la punta del cabo el acantilado es impresionante y las fotos lo testimonian.

Hasta Avilés cruzamos pequeñas aldeas y carreteras estrechas comarcales de mucho encanto hasta bajar hacía la ciudad donde la contaminación nos dejó muy sorprendidos, no podemos comprender como puede haber una área industrial tan grande en medio de una naturaleza tan bonita y salvaje.

Seguimos por Salinas y San Juan de la Arena, otra bajada espectacular después de una carretera escondida entre bosques.

Cudillero aunque muy turística nos ha gustado muchísimo, ver las casas coloradas adosadas en vertical constituyen un paisaje de postal único. 

Hablando con pescadores en Luanco nos recomendaron conocer la Playa del Silencio así que después de Cudillero nos dirigimos hacía ella, está a unos 20 minutos por lo que fuimos a verla. 
Y mereció mucho la pena ya que el mirador desde el que podemos divisar la playa es espectacular. 

Habríamos seguido hasta Galicia por la costa pero ya era demasiado tarde así que decidimos volver a Gijón por autovía, una ruta rápida de apenas 40 minutos.

A la siguiente toca la costa de Ribadesella, mientras tanto disfrutamos de una magnifica ruta por la costa de este paraíso natural.

#RutaVíaPlataEnMoto

Rodando por la costa de Asturias

Paisajes y curvas del Norte de España

henryspeed

En pocos lugares de España puedes hacer una ruta en la que pases por 11 puertos de alta montaña en menos de 700 km, sin repetir carretera.
En el norte puedes hacerlo. Puedes plantear esta ruta como un reto e intentar hacerla en 1 día... o te lo puedes tomar con calma y pasar un fin de semana entre las montañas de la Cordillera Cantábrica. 8 puertos separan León de Asturias (El Pontón, Tarna, San Isidro, Pajares, Ventana, Somiedo, Leitariegos y Cerredo), 2 Puertos más en León (Las Señales y Aralla) y otro más en Asturias (San Lorenzo). Toda la ruta se hace por carreteras asfaltadas. Ten en cuenta que son Puertos de alta montaña así que en temporada de nieve (de otoño a primavera) consulta antes el estado de la calzada. A fecha de hoy, 07/2016, tan sólo el Puerto de Tarna tiene el asfalto muy deteriorado. 
¿Te atreves con el reto?

El reto: 11 puertos en 700km

Puertos de montaña de España

LUIS ANGEL

#RutaVíaPlataEnMoto

Esta ruta recorre la parte leonesa de los Picos de Europa. Si comienzas desde León puedes dirigirte a las montañas por la N625; rodarás por grandes rectas siguiendo el Valle del Esla con la cordillera cantábrica siempre en el horizonte. En Cistierna comienzan las curvas y la cosa se anima. En Riaño puedes disfrutar de unas vistas espectaculares del Pantano, sobre todo si el nivel de agua es alto. Cruza el puente y gira a la izquierda dirección norte siguiendo la orilla hasta el desvío de Cangas de Onís (Puerto del Pontón). En otro cruce más adelante coge el desvío de Posada de Valdeón por el Puerto de Panderrueda. Aunque a estas alturas ya llevas un rato rodando por paisajes espectaculares ahora es cuando comienza oficialmente el Parque Natural de Los Picos de Europa; para en cualquier sitio y observa con calma lo que te rodea… impresionante. Desde el Mirador de Valdeón tienes una buena vista del macizo montañoso. Posada de Valdeón es un lugar con encanto con varios buenos sitios para comer; a mí me gusta especialmente “El Desván”. Para adentrarte en el corazón de los Picos de Europa seguirás una carretera estrecha pero de buen asfalto y vistas inigualables que te dejará en Caín, origen de una de las más famosas rutas a pie del norte de España (La Ruta del Cares). La majestuosidad de estas montañas harán sentirte muy pequeño y a la vez te cargarán las pilas para cuando vuelvas a tu rutina diaria; otro buen lugar donde parar es el Mirador del Tombo.
Vuelve a Posada de Valdeón y luego hacia tu izquierda (dirección este) para llegar a Boca de Huérgano por el Puerto de Pandetrave. Ahora ya en espacios más abiertos, pero siempre rodeado de montañas, continua hasta Guardo y después Cistierna. Desde ahí sale una carretera a Vegaquemada que te deja cerca de Boñar. Una buena forma de despedir esta ruta es con las curvas del Castrillino, ya llegando a León. Es una ruta realmente espectacular.

Picos de Europa (parte leonesa)

Una verdadera ruta para disfrutar de todo tipo de Carreteras, una diversidad de paisajes, colores y olores... Y un asfalto de infarto!!!. Todo un lujo que hay que Compartir...

Sierra Gredos Madrid... ¡¡Ruta de Contrastes!!

Josiloto

Transpirenaica - Bosco82

Transpirenaica en moto

Bosco82

#RutaVíaPlataEnMoto
Después de visitar el Parque Nacional de Monfragüe hemos recalado en Plasencia, la capital del Norte de Extremadura. En “La Perla del Valle”, como también es conocida, podemos establecer nuestra base para conocer toda la comarca o para, como es nuestro caso, continuar hacia el Norte de la Vía de la Plata y explorar lo que nos ofrece la comunidad vecina.
Pero antes habremos visitado la Plaza Mayor, disfrutando de un aperitivo en cualquiera de sus terrazas y haraganear al sol de la mañana.
Dos catedrales, la Vieja y la Nueva, su muralla del año 1200, palacios antiquísimos o el acueducto, son sólo algunos motivos para demorar nuestra partida, por lo menos, un día.
Dejamos Plasencia en dirección al Valle del Jerte pero lo hacemos por un valle más al Este: la impresionante comarca de La Vera. Quizá lo más famoso de esta zona sea el pimentón pero este valle que lame con delicadeza las estribaciones de la Sierra de Gredos, nos ofrece mucho más que eso.
Gargantas y cascadas se deslizan hacia el Tiétar, horadan la geografía ofreciendo piscinas naturales llenas de encanto. Carlos V tenía aquí una de sus residencias temporales para escapar de la vorágine palaciega. Hoy se ha reconvertido en el Parador de Jarandilla y sigue siendo un lugar absolutamente delicioso. Además, no tendremos que desviarnos mucho de la ruta propuesta para visitarlo.
Ascendemos luego, entre formaciones graníticas y hacemos parada en Garganta de Olla, villa posada en un pináculo, ente terrazas de cultivo. El pueblo está situado entre gargantas y destaca la gran cantidad de piscinas naturales que hay en la zona, ideales para refrescarse en los calurosos días de verano. Llama la atención, en el centro de la villa, la Casa de las Muñeecas, una antigua casa de citas que se pintaba de azul para distinguirla de las demás. Después del Puente Cuacos un gran tobogán natural, el Rastraculos, hizo las delicias de decenas de generaciones de niños que disfrutaron de su más de mil metros de canchal.
Descendemos por la estrecha CC-174 entre encinas y melojos, atravesando gargantas, gargantillas y arroyos en dirección a Cabezuela del Valle, en el Jerte. Este valle se hace famoso cada año, al principio de la primavera cuando los cerezos están en plena floración. Arriba, en el nacimiento del río, nos encontramos con el Puerto de Tornavacas, a poco más de 1200 metros de altitud y desde el que tenemos una panorámica increíble de todo del valle. Desde aquí arriba, la inmensidad es espectacular; estamos en la divisoria de la Cuenca del Duero y la del Tajo, entre las sierra de Gredos, Béjar y Candelario.
Descendemos nuevamente para llegar a Hervás por una retorcida carretera y visitar el Museo de la Moto. Viajamos en moto, disfrutamos la moto y nos apasionan las dos ruedas: es una visita obligada.
Luego nos espera Guijuelo, tierra de jamones, y su Museo de la Industria Chacinera.
Y por fin, llegamos a Salamanca, la ciudad monumental donde pasear pasa a ser, más que una afición, un arte. La Casa de las Conchas, la Catedral Nueva, el Convento de San Esteban, el Museo de Unamuno, el huerto de Calixto y Melibea… Todo es tan de mirar aquí que uno tiene la sensación de que no terminará nunca. Y sus bares. Y los pinchos. Y si vas en septiembre y coincide con las ferias te sentirás en estado de gracia.
De camino a Los Arribes nos recibe Ledesma, viva desde el siglo VII antes de Cristo y cuna de nobleza y señorío.
Detendremos la moto en cualquier punto del Embalse de La Almendra, quizá en la presa misma, que es la más alta de España. Las dimensiones del pantano sobrecogen y nos preguntaremos si no estamos mirando a un mar calmo. Sin embargo este embalse no llama la atención por ser uno de los más grande de España, que también. Su peculiaridad más audaz es la forma en que producen la energía: llevando el agua por un túnel de más de 15 m que se va estrechando en su tramo final hasta desaguar toda su presión en las turbinas de Villarino.
Llegamos a Los Arribes del Duero. Aquí, entre dos provincias, entre dos países, se dan la mano el río y la montaña, la meseta cerealística y los montes de almendros. Desde la penillanura del Parque Natural nos asomamos a las laderas escarpadas que se caen al río Duero. De nuevo, curva y contracurva. Carreteras secundarias donde la moto y el motorista encuentran su hábitat natural.
Después, con el alma tranquila y reconciliados con nosotros mismos, descansaremos en Zamora, alzada sobre la “pequeña tajada” que nos cuenta el Romancero Viejo. Murallas, románico en profusión y arquitectura civil se entremezclan en nuestro paseo, justo antes de disfrutar de algún caldo de la D.O. Tierra del Vino y mirar la moto de soslayo, haciendo un guiño de complicidad.

Ruta por la Vía de la Plata

Roberto Naveiras

Hay días en los que te levantas y necesitas escapar del mundo, viajar con tu moto y perderte entre la naturaleza. Así nos levantamos nosotros y decidimos poner rumbo a los Pirineos franceses, una escapadita fácil y magnífica. 
Esta ruta de 422kms la hicimos en 4 días y 3 noches. Sí, lo sé, somos abuelas. Pero queríamos tomarnos el viaje con calma y disfrutar de todo lo que nos rodea. Empezamos en Canillo (Andorra), un pueblecito precioso con hoteles y campings para pasar la noche. En nuestro caso, queríamos un viaje totalmente low-cost así que nos llevamos nuestra tienda de campaña y compramos varias latas de conserva en el supermercado. La primera noche dormimos en el Camping Bungalow Janramon, barato y con unas infraestructuras muy básicas. Descansamos al máximo para al día siguiente, disfrutar de un soleado día de curvas y moto. Andorra es preciosa y siempre recomendamos hacer una escapadita para disfrutar de sus paisajes y sobre todo ¡de sus tantas tiendas para el motero! Aprovecha que allí es más barato. 
El segundo día amaneció sin saber muy bien hacia dónde íbamos. Pusimos rumbo a Francia para seguir el camino de los templarios y los pueblos cátaros más conocidos. Y el país franco nos recibió con una estupenda carretera de curvas, el Pas de la Casa, que separa Andorra de Francia. Un valle donde pararse a realizar algunas fotos y a descansar encima del verde césped. Aprovecha el paso fronterizo, donde podrás comprar tabaco y ¡ponerle gasolina a la moto! 
Seguimos la carretera hasta llegar a Foix, un pueblo conocido por el castillo que vigila desde las alturas. No se sabe exactamente cuándo se construyó el castillo de Foix, pero algunos documentos lo datan del año 987. Es una parada obligatoria para todos aquellos a los que les gusten las historias de caballeros y bufones. Recomiendo perderse por el casco antiguo de Foix y vagabundear entre sus callejuelas, tomarse un café y un croissant en alguna de sus plazas y contemplar la iglesia abacial de San Volusiano. 
En nuestra pequeña aventura, conocimos a un motero que viajaba en solitario y compartimos el resto del viaje. Esa noche dormimos cerca de un río y acampamos al aire libre. Estuvimos pescando, bañándonos y contemplando las miles de estrellas que invadían el cielo. 
Al día siguiente pusimos rumbo a una de los pasos más conocidos de Francia, el col du Tourmalet. Pero para llegar hasta él, recorrimos unas maravillosas carreteras secundarias, descubriendo la cueva prehistórica de Le Mas d’Azil, que data del año 11.900 a.C. ¡Recomiendo totalmente pasar por el interior de la cueva en moto y maravillarse con el paisaje! Al mediodía comimos en un parque junto a unos jóvenes franceses y acabamos tirándonos al río con una cuerda. Seguimos ruta, visitando más pueblitos cátaros e iglesias imponentes. ¡Y llegamos! El Col du Tourmalet es conocido por el Tour de Francia ya que es una de las etapas más duras del tour. Se eleva a 2.115 metros y ofrece una carretera llena de curvas y de aire fresco. Las carreteras bordean la montaña y puedes disfrutar de unas vistas alucinantes. ¡Uno de los destinos fetiche de cualquier motero! No entraña gran dificultad, ya que no son curvas excesivamente cerradas y el asfalto está en buen estado. Esa noche visitamos Lourdes, una ciudad conocida por las apariciones de la Virgen María a Bernadette en el siglo XIX. Actualmente el Santuario de Lourdes es uno de los principales destinos del peregrinaje católico. Se aconseja visitar la ciudad con calma y pasar todo un día descubriendo los misterios que se dieron. En mi caso, ¡estoy deseando visitarla de nuevo! 
Esa noche acampamos al aire libre de nuevo y al día siguiente, bien de madrugada, pusimos rumbo al último tramo de nuestra aventura: el Col du Pourtalet. Ha sido el paso que más me ha gustado hasta el momento, sinceramente. Me dolían los ojos de semejante belleza, viendo como la inmensidad del valle se exponía al borde de la carretera. Nubes bajas al amanecer y ríos que atraviesan la montaña, todo esto mezclado con un aire puro a 1794 metros de altura. Resulta el lugar ideal para autocaravanas y por supuesto, ¡para acampar! Otro de mis destinos preferidos que recorreré en breve. 
Dimos por concluida la ruta en Formigal, mientras comíamos un pincho de tortilla y un café. Un día espectacular donde nos encontramos con varios moteros que recorrían este paso con sus motos antiguas.
Espero que esta ruta os haga desconectar tanto o más como nosotros. ¡Prepara tu moto y disfruta!

Pirineos Franceses, curvas y naturaleza

Two and the Road

1º Día Binéfar-Alp
A las 8:00 ya estábamos preparados para salir, todo lo necesario y nos pusimos en marcha hacia Alp (Gerona), nuestra primera parada con noche. Tenía tantas ganas de realizar el viaje, que aunque habíamos contemplado la posibilidad del mal tiempo, estaba tan convencida y tenía tanta ilusión que pensé aunque me cayese la mundial y tuviera que perder algún día de la ruta, no me minará la moral.
Disfrutando del paisaje, el cambio del llano leridano hacia la orografía del Pirineo, no conocía esta parte de montaña. Entrando en la población me pareció un valle precioso, todavía se veían algunas manchas de nieve en lo alto. Un pueblo tranquilo, a pesar de que eran fiestas, y de que encontramos un mercado en la plaza justo al lado del hotel. No más de 50 personas tras una batukada, una carrera de coches originales conducidos por niños y poco más…

Dejamos las cosas, comimos, y cogimos la moto otra vez para acercarnos a ver unos jardines que Gaudí diseñó para un amigo en una población a 20 minutos de Alp. Bufff, la carretera una preciosidad, subiendo y atravesando unas pistas de esquí La Molina, y atravesando bosques, yo iba tan contenta en la moto, disfrutando tanto, que deseaba no bajar a ver los jardines, sino seguir rodando. 

2º Día Alp- Carcassone
Por la mañana madrugamos sin querer, supongo que las ganas de seguir, y una sorpresa al abrir la ventana, se respiraba tanta paz

Tras la paz llegaron las curvas, que multiplicaron por el bosque “animado” porque se movía en todas las direcciones. Esos olores a fresco, a pino, a tierra,… lo dicho, de paquete se disfruta mucho. Al final era bastante rato de tensión porque no había más que curvas, en un paisaje maravilloso y fresco, pero duro.

Y justo cuando se deja aquel zigzag, apareció ante los ojos las fabulosas torres de la ciudad medieval de Carcassone. Pensé en el cuento de Rapunzzel echando la trenza por la torre (mejor dicho, pensé que eso sería lo que dirían mis niñas, si hubiesen dado con tal castillo).
Metimos la moto en el parking y nada más que decir… (bueno sí, que soy seguidora de Juego de Tronos y me imaginaba escenas en cada zona del castillo.

Día 3º Carcassone – Cordes sur ciel
También madrugamos, porque a partir de las 11 el calor era insoportable sobre la moto, uff. Intentábamos hacer la ruta a primera hora, porque hemos pillado la ola de calor, que aunque no eran los 41 grados de Zaragoza, los 34 sí los alcanzábamos, y con toda la ropa, el casco, las botas… las paradas con semáforo en la carretera por obras eran criminales…
La ruta, preciosa, como el día anterior, bosques verdes y curvas, pequeñas aldeas y animales.
De pronto se abrió un valle, Albí.
Llegando a Cordes, mientras el piloto echaba gasolina, a estirar un poco las piernas…

El hotel en medio del campo, muy bien para descansar. Fuimos a comer arriba del todo, donde a la sombra corría algo de brisa fresca, algo he dicho eh?… y visitamos Cordes.

Por la tarde después de descansar, hacía tanto calor que subimos al pueblo solo con los cascos, en tirantes, para tomar un helado bien tranquilos arriba, puesto que a las 19 h. parecía un pueblo fantasma, estábamos prácticamente solos. Al subir a la moto me golpeé una rodilla con la maleta y luego por no subir con la misma me di otro golpe en la otra, cuyos moratones aún están conmigo.

Día 4º Cordes sur ciel - Rocamadour
Listos pronto para salir en ruta… que ganas! Las rutas sobre la moto, son geniales, además del paisaje, se disfruta de los pensamientos y también está genial poder hablar con el piloto sobre cualquier cosa que nos llama la atención. No es la primera ni la última vez que pienso que me gustaría llevar una cámara en el casco.

Ya empieza a hacer calor, vamos por carreteras sin marcar, disfrutando del trayecto, pasando por poblaciones con encanto y muchos viñedos. Parada tras la curva al acercarnos a St. Cirq Lapopie.

Rodeamos el pueblo, nos confundimos de carretera, empezamos a sudar ya… y vuelta a coger el camino correcto. Paramos a tomar un refrigerio y cruzamos el río… la carretera tenía sombras, pero el aire era fuego.
Y otra llegada espectacular: Rocamadour

Dejar las cosas y de nuevo, con agua y mucho calor listos para visitar Rocamadour… sobre todo bien hidratados, no sé cuanta calor debía de hacer… pero el calor se podía masticar.

Día 5º Rocamadour-Vielha
Madrugón como siempre y de repente se oye tronar… parece una nube, bastante negra, uy… salimos y se veían algunas gotas sueltas en medio de un calor ya sofocante a las 8:00 
Teníamos que echar gasolina e íbamos en busca de la autopista que nos pondría camino de España. Justo empieza a llover un poco más cuando estamos en medio de la nada, aún buscando la autopista, paramos y nos pusimos unos chubasqueros (de mala raza), entre ponerlos y lo mal que iban aún nos mojamos más. Todo hay que decir que solo fue una nube, cierto. Y luego con el calor que hacía es que casi hasta lo agradecí.
Obviamente la carretera no era de la belleza de las anteriores… pero la velocidad también me pareció interesante. Parada de cafés y croissants (jaja,como todas) y a medio día en Vielha, el culo como una tabla, pero oye, un paseo y como nueva.

Día 6º Vielha-Binéfar
Nuestro último tramo sobre la Tiger… sinceramente seguiría otra semana… super contenta del viaje, por la moto y por lo cultural del mismo. Para mí perfecto! Felicidades y un aplauso para el conductor, la verdad es que la maneja como una seda (a mí no,  ;) ).
Parada en una de las mejores fábricas de chocolates en Benabarre. Café con chocolates varios y a casa.

Midi-Pyrénées

plextoriano

Como cada año, desde hace ya 27 ediciones, se celebra a finales de Enero  una reunión motera donde tiene cabida cualquier tipo de moto, para conseguir la ansiada Estrella de Javalambre. La insignia por excelencia en el mundo de las dos ruedas en este país, es otorgada a cada motero y motera que cumpla con una sencilla norma: subir a por ella al pico Javalambre. Pero para no adelantar acontecimientos de esta aventura,  sera mejor echar la vista atrás y ponernos un poco en antecedentes sobre el nacimiento de esta peculiar concentración motera.

Allá por los años 60, dos intrépidos moteros debatían sobre cuál era el paso italiano más elevado por donde se podría pasar con una moto. El italiano Mario Artuso se decantaba por el paso de Colle de Sommeiller con sus 3050 metros,  mientras que el inglés Harry Louis lo hacia por el Passo Stelvio de 2758 metros. Cabe reseñar que dentro de esta apuesta nunca se mencionó que fuera por asfalto, la única condición era que se pudiera pasar con una moto. De esta extrovertida apuesta nació la Stella Alpina donde se debe subir por su pista para poder obtener la medalla conmemorativa sin importar con qué tipo de moto se haga. 

20 años pasaron desde aquella apuesta y con la reunión de la Stella Alpina como referente, el Grupo Moto Aventura de Utiel se propuso recrear dicha reunión en tierras españolas de una manera diferente y con su propio toque, sin olvidar la esencia de su madre italiana. Así nace la Estrella de Javalambre desarrollada por las frías tierras turolenses. No es hasta finales de los 90 cuando por desgracia, y debido al acúmulo de contratiempos, este grupo motero deja de organizar este importante evento motero. Un año sin estrella bastó para que el testigo fuera recogido por el Club Esportiu Moto Club Zona Estival de Salou, que siguió con esta maravillosa tradición. Pero de nuevo el destino es caprichoso y otra serie de malos entendidos hizo que en 2005, la estrella volviera a desaparecer del panorama motero durante 2 años. Pero su brillo nunca se desvaneció y de nuevo el MCZE consiguió que en el año 2007 la estrella volviera a renacer cual ave Fénix, para brillar más fuerte que nunca y llegar así hasta nuestros días. Tuve la oportunidad de obtener mi primera estrella en su bigésima edición, y he de reconocer que quede enamorado de ella. Para mi, es el referente para el inicio del año rutero. 

Es el pistoletazo de salida para comenzar con mis aventuras encima de las 2 ruedas a lo largo del año y compartirlo con vosotr@s. Como lo vivido en esta pasada edición, la cual he podido disfrutar acompañado de miembros del Moto-club sevillano Malakatua que compartían la misma ilusión por conseguirla. Comenzaremos nuestra aventura desde Cuenca donde nos reunimos todos para emprender la marcha hacia nuestro destino, el pueblo de Manzanera.

Abandonamos Cuenca para adentrarnos en carreteras que kilómetro a kilómetro nos irán acercando más a nuestra estrella. Carreteras como la CM-215, la CV-35 o la A-1514 entre otras, nos harán rodar por puertos de montaña donde reinan los extensos bosques de pinos y que cuentan con carreteras llenas de curvas imposibles que probarán nuestra destreza al volante. Formaciones rocosas a lo largo del camino nos observarán inmóviles, cómo disfrutamos a lomos de nuestras motos , aunque de vez en cuando la carretera deja de ser sinuosa para ofrecernos infinitas rectas donde prevalece la paz de la estepa aragonesa. A nuestro paso iremos dejando atrás municipios como Boniches, Landete o Arcos de las Salinas donde deberemos extremar la precaución a la hora de pasar por ellos, debido a que la travesía que nos lleva hacia Manzanera discurre por en medio de estas poblaciones. En ocasiones el firme de estas carreteras está bastante castigado ofreciéndonos parches, baches e incluso la desaparición de las lineas divisorias de la propia calzada. Sin duda todo un conjunto de retos que harán que conseguir la estrella nos llene de satisfacción y donde podremos disfrutar de paisajes dignos de postal.

Superada esta primera etapa para conseguir nuestra insignia: llegamos a Manzanera. Este municipio de apenas 560 habitantes duplica su población en los días que dura la reunión motera acogiéndonos y haciéndonos sentir como en casa. Desde aquí aprovecho para decirle a todos los habitantes de este municipio, GRACIAS. Gracias por ese calor que nos brindáis cada año y por ese espíritu de compenetración con el mundo de la moto. 

Cruzamos el pueblo para dirigirnos al albergue-camping Sierra de Javalambre donde se encuentra el centro neurológico de esta aventura, donde a nuestra llegada, nos ofrecerán un buen cuenco de caldo caliente para que entremos en calor antes de formalizar nuestra inscripción al evento. Dejamos nuestro equipaje en lo que será nuestra casa durante estos días y nos dirigimos hacia el centro cívico de Manzanera donde el "invitado estrella" compartirá con nosotros un viaje especial que haya realizado y su experiencia como motociclista. En esta edición se contó con la presencia de Eduardo Cots y Carlos Humet que nos demostraron que nada es imposible en el mundo de las dos ruedas cuando se hace con el corazón, relatándonos su viaje desde Barcelona hasta Tokio a bordo de sus  Montesas Impalas. Toda una hazaña, sin duda.

Tras deambular un poco por el pueblo disfrutando de la gastronomía local, alrededor de media noche, nos dirigimos hacia la Plaza del Castillo. Peter, presidente del moto-club organizador del evento, nos espera a la lumbre de una gran hoguera para que una vez que estemos todos, improvisar su peculiar púlpito en medio de la plaza y comentarnos el estado de la pista para la subida hacia el pico. "Lastima que este año no contáramos con nieve así que precaución con el terreno al estar muy seco", nos comenta nuestro amigo entre otras cosas. También toca ponernos serios ya que llega el momento de rendir nuestro más humilde reconocimiento a todos los motoristas que fallecieron a lo largo del año pasado, guardando un minuto de silencio en su memoria y recorriendo las calles del pueblo a lomos de nuestras motos portando una antorcha encendida para que, desde el cielo vean que no los olvidamos. Tras el desfile de antorchas, toca meter un poco de marcha al cuerpo y para ello el centro cívico se convirtió en una improvisada pista de baile, y lugar donde podíamos disfrutar de una copa rodeados del buen ambiente que se respiraba.

Y amanece el domingo como cada día en Manzanera, pero ese día el despertador suena de otra manera. Un día donde desde muy temprano, la gente comienza a oír el ruido de motores en relentín calentándose para recorrer esos cuatro kilómetros de asfalto que dan paso a los 12 kilómetros de pista que nos llevan hasta nuestro objetivo, la estrella. Arena, polvo, grava, surcos hechos por el agua y la erosión, barrancos, curvas cerradas y mucha adrenalina nos llevaron de la mano hasta alcanzar el punto donde la organización nos esperaba para ofrecernos un café  bien caliente  y un bollo que hiciera relajarnos un poco tras la escarpada travesía. Pero he de reconoceros que hasta que no la tuve en mis manos y sentí su frió tacto, los nervios del camino no desaparecieron y dieron paso a la satisfacción y el orgullo de haberlo conseguido de nuevo. De nuevo me encontraba en lo alto de aquel monte, con mi nueva estrella en una mano y disfrutando de unas vistas increíbles al lado de mi moto. Cuando conseguí bajar de aquella nube y tras compartir la experiencia de la subida con mis compañeros de faena, tocó bajar de nuevo y esta vez, a parte de tener en cuenta los factores antes mencionados, debía extremar la precaución con los pilotos que todavía están completando la subida.

Volvemos de nuevo al albergue para recoger nuestro equipaje y dirigirnos por última vez al centro cívico de Manzanera para tomar un aperitivo todos juntos antes del sorteo de regalos que sirve como farolillo rojo de esta quedada motera tan especial y significativa. Tras muchos abrazos, besos y apretones de manos, muchos de nosotros tomamos rumbos diferentes hacia nuestros hogares portando en nuestras espaldas nuevas anécdotas y grandes amistades. 

Sin duda, no puedo negar que para mi, esta reunión motera es muy especial y aprovecho estas lineas para revivir esta experiencia única. Aconsejo hacerla alguna vez para que podáis sentir la esencia de la Estrella de Javalambre y la fuerza que transmite. Si el frío de la zona echa un poco para atrás, tranquilos, el amor de todos nosotros por este acontecimiento único harán que entréis en calor. No puedo cerrar esta ruta sin mencionar a los integrantes del Moto-club sevillano Malakatua: Auxi, Agustin, Loli, JJ, Manoli, Chipi y Gabi que los cuales ha sido su primera estrella. 

Gracias chic@s por vuestra compañía y amistad. Espero que esta sea la primera de muchas.

Como siempre, un saludo.

Ruta "a por la estrella de javalambre"

@ElruteroGS

Parte de una serie de artículos realizados para la revista Condé Nast Traveler en esta primera etapa vamos a realizar un magnífico recorrido desde Madrid hasta Huesca rodando únicamente por carreteras nacionales, comarcales y locales.

Todas las carreteras están presentes con fotos y descripción tanto haciendo clic en el mapa como en los enlaces más abajo después de la descripción de la ruta. 

Desde Madrid nos dirigimos hacía el puerto de Navacerrada por la M-601 para luego dirigirnos hacía Guadalajara y recorrer la N-320 por el tramo que rodea el embalse de Entrepeñas.

Desde Cañaveras vamos hacía la serranía de Cuenca pasando por las extraordinarias hoces de Priego y Beteta y a la altura de Tragacete nos desviamos hacía la sierra de Albarracín y los Montes Universales.

En el siguiente tramo desde Teruel hasta Cantavieja por la A-226 tenemos la posibilidad de subir a cuatro puertos de montaña por la sierra de Gudar en poco más de 100 kilómetros antes de dirigirnos hacía Tarragona y, más en concreto, La Mussara donde la T-700 hasta L’Espluga de Francolí  nos regala un trayecto de lo más divertido y nos permite recorrer parte de la ruta del Cister.

El siguiente tramo cruza el Parque Natural del Montseny desde Sant Celoni hasta Sant Marçal de Montseny, un tramo muy sinuoso y variado que nos regalará unas magnificas vistas a parajes naturales como el pantano de Santa Fe y la cima más alta del parque, el Turó del l’Home.

Vamos hacia Vic y hacía la N-260, el gran eje transversal pirenaico.
Desde Adrall hasta Sort y más adelante desde Ainsa hasta Biescas dos tramos que representan un clásico para todos los moteros de la zona y de los más paisajísticos para mototuristas gracias a auténticas joyas como el puerto del Cantó, los pueblos de Ainsa y Torla, el pico del Tozal de Mallo o las cercanas instalaciones de Panticosa además del parque de Ordesa mencionado más arriba.

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